Lisa y llanamente las conclusiones de los amaneceres me despiertan …
Mientras
de los Cinco minutos eternos de perplejidad,
de conversaciones en quintas dimensiones,
del todo dar vueltas revueltas enteras de caracteres desconocidos y tan cotidianos que los sombreros se clonan y clonan y no paran de buscar la inmensidad de las cabezas piojentas de tan pocas ideas; sueños perdidos de la inspiración que no nos lleva a nada.
Que angustia –sin querer ser mariposas– me sorprende
y me trae al génesis de la absoluta soledad y desconexión de los placeres evolutivos, homos sapientes alimentados de colorinos recuerdos inconscientemente infiltrados.
Empero la continuidad de quitar el velo, pieles, dientes
resultan tan aburridos
y tan básicos que los colores no se mezclan
ni los olores de mis manos pueden decir cual es la tácita diferencia
y el agote pegote pega más o menos igual que lo que ya era.
…
Siento que los patios traseros no paran de sorprenderme
albergando a la mosquienta muerte de la sobreprotección,
en cinco patas y siete espejitos del vagabundo en ausencia,
de los hermanos, primos y tíos en leyes por cien tragos de olvido.
Cuando el imán de siete vidas sigue chupando las ganas,
espantando al Plomo sin frustradas culpas de chorros sangrientos
de abdominales que no calman –claman– la postura perfecta;
la panza que aprieta en cojines de arena repitiendo y repitiendo las miradas sin lluvia.
Lo sublime de las voces élficas me parecen nocturnas pantallas planas.
Entonces la búsqueda de la superficialidad y el universo nos muestra la neta igualdad que nos separa de lo nuestro espacio y tiempo
los registros mentales no deben temer a nuestra inferioridad del olvido
incapaz de plasmar todo…
Con la guata áspera de tantas bocas ácidas –las direcciones tan confusamente verdes-
Los cables se siguen y siguen pelando ¡dónde estás maldita sea!
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