Des_ContínuO

A destiempos continuo si(e)ntiendo los sentidos tan Quintamente Dimensionales tan Cognitivamenteconductuales que las patologías no(s) alcanzan...

viernes, 26 de febrero de 2010

[Ojitos de Aceituno]




Cuando recuerdo las aceitunas: las miro sobre-bajo-entre la mirada atenta de Michell Alexander un gato de un lejano reino, era él el único que sabía como disfrutarlas con el sólo hecho de restregarlas por su amarillo pelaje. Pero las miradas cambian tal cual tiempos, seres y distancias, como la nueva historia bajo estos tres dedos –los demás siete a veces se atreven a teclear algo–, de ese árbol que nunca pensó que en un frío continente sus frutales hijos no se posarían más en mesas redondas, tan cuadradas como sus mil comensales que solo desean su carne y botan sus huesos cuescales –cual típico objeto de deseo–, se dice que la magia nace bajo la mirada cálida de un tal principito Cascanueces y su tía Mar-hiela reina del bosque blanco.

Sin saber más que sentir cumplió el deseo de aquel olvidado árbol, lo pensó decir en su último respiro: con esta última savia esperanza de que no corran la misma suerte de sus antecesores hermanos, tendrán la facultad de ver, quiero que conozcan el mundo desde mi copa, pero recuerden: tener mucho de NADA no deja de ser NADA…

Así un día Cascanueces solito sentado en los jardines reales, pensaba en como crear un niño de nieve -no quería que fuera un simple señor de nieve con ojos de botón y nariz de zanahoria-, quería un amigo con quien jugar, un real amigo que no sólo solo lo quisiera, y tratara por su condición de príncipe. Hizo mil intentos, los días se volvían noches y nuevamente las noches días, pero con la ayuda de su tía la reina del bosque blanco la cual llevó una nieve que muy especial era: esa que solo nace de los recuerdos del alma. Así lograron crear un niño, pero era pequeño más chiquito que Chicha Fresca el menor del reino –no se pueden imaginar lo difícil que es crear un niño de nieve–.


Con el trabajo hecho algo había que le faltaba a su amigo, la nieve del alma le había dado vida, pero sólo permanecía ahí sentadito a su lado, Cascanueces pensó mil formas de entretenerlo, los llevó de paseo por mil reinos, su hermana le tejió mil trajes de colores infinitos, pero este no podía disfrutarlos, solo sentía la alegría de estos regalos. Ya un día de vuelta de un largo paseo, el niño de nieve soltó la mano del príncipe, se perdió en el bosque, y sin saberlo llegó corriendo a una verde colina que tenía un raro y antiguo árbol, este venía del reino de los humanos venía de un valle del Sol eterno, el niño de nieve se abrazó a la calidez de su tronco y lloró y lloró mil diamantes que cubrieron la colina por completo, al llegar Casquita lo abraza diciendo: no llores no llores recuerda nunca estaremos solos, seremos amigos para siempre. Al pronunciar esta frase el viejo árbol se remeció y brilló como nunca antes nada había brillado en el frío reino, los calidos rayos derritieron toda la nieve del gélido continente para siempre.

Cascanueces al poder abrir los ojos luego cual magno espectáculo, quedó maravillado, todo el reino era verde, los seres del bosque salieron de sus escondites: bailando, cantando y corriendo, pero el niño de nieve no estaba. Casquita rompe a llorar porque su único real amigo no estaba, se había ido con los solares rayos, de pronto, de la copa del viejo árbol baja un ser más brillante que mil rayos de sol diciendo: Cascanueces amigo soy Maitano –si, era la voz del niño de nieve–, ¡no llores, no llores! (pero algo había cambiado, en su cara tenía dos ojos de aceituna: los más pijos de todo el reino, tan negros y profundos como el espacio sideral) recuerda –continuó diciendo– que nunca pero nunca estaremos solos, nos tenemos el uno al otro y eso jamás será NADA, somos y seremos un TODO.

3 comentarios:

  1. Hermoso, mi niño... realmente hermoso, me ha encantado. SIGUE ESCRIBIENDO, NO DEJES DE HACERLO!!!
    Te amo mucho!

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  2. ke linndoooo =)!!!
    me dan ganas de contarle esa historia a maxi antes de dormirr
    muy boniitooo! (r)

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